La celebración de las elecciones en España, salvo en el caso de las municipales donde, tasadas en el tiempo, la normativa electoral señala que, excepto circunstancias extraordinarias -todavía no se han producido- deben de tener lugar en el último domingo de mayo, dependen de la decisión de quien ostenta el poder ejecutivo, tanto desde una perspectiva autonómica como estatal. Esa normativa señala que tendremos elecciones municipales en mayo del año próximo, pero antes de esa fecha, es más que probable que pasemos dos veces por las urnas, al menos en el caso de Andalucía. Tendremos elecciones autonómicas y generales.
Las primeras están al caer de un día para otro. Estoy escribiendo esta columna cuando entra dentro de lo probable que cuando llegue a sus manos esas elecciones estén ya convocadas. Susana Díaz tiene muy en cuenta la situación en que se encuentra Sánchez, cuyo margen de maniobra es muy escaso. Él y su gobierno están tocados, muy tocados, y la vía torticera de colar una ley utilizando otra -empleada tanto por socialistas como por populares cuando les ha convenido- no le ha servido en esta ocasión para salvar el veto del Senado al techo de gasto y eso supone un obstáculo poco menos que insalvable para el trámite presupuestario. Aunque Sánchez acuda al Constitucional y el alto tribunal admita a trámite el recurso contra la decisión de la mesa del Congreso de los Diputados, tiene cinco o seis meses de espera. Un plazo demoledor para el trámite parlamentario del presupuesto. Eso le obligaría a prorrogar unos presupuestos que son los de sus adversarios políticos. Algo inaudito. Es posible que, pese a haber afirmado que convocaría elecciones en un breve plazo -era lo que decía cuando planteaba la moción de censura-, se ha desdicho y ahora sostiene que agotaría la legislatura. Pero el horizonte político apunta a que se verá obligado a adelantar las elecciones. Ahí está la clave.
La lideresa andaluza, que no ha tendido puentes con Ferraz y que sabe de la debilidad de un gobierno sostenido por ochenta y cuatro diputados, decidió hace tiempo ir a las urnas para no coincidir electoralmente con su rival político dentro del PSOE. Es consciente de que, por mucho que Tezanos cocine las encuestas del CIS, el hinchado globo electoral socialista al que apuntaban las encuestas tras la llegada de Sánchez a la Moncloa se desinfla y que el presidente del gobierno es un mal compañero electoral para ella.
Por eso dinamitó el pacto con Ciudadanos, probablemente de acuerdo con ellos, porque los de Rivera desean que haya elecciones lo antes posible y han incrementado su presencia por toda Andalucía de unas semanas a esta parte, improvisando visitas. La semana pasada, en Córdoba, sin previo aviso, había problemas para visitar el Alcázar de los Reyes Cristianos, dejando a los visitantes -se supone que mayoritariamente turistas que no son votantes en Andalucía- con tres palmos de narices, porque Susana Díaz estaba presidiendo un acto.
La celebración de un proceso electoral requiere de unos trámites legales, lo que supone cumplir una serie de plazos. Desde la fecha de la convocatoria hasta la jornada electoral han de transcurrir cincuenta y cuatro días. Así que echen ustedes las cuentas porque la Navidad, que no es época propicia para acudir a las urnas, también está en el horizonte. La convocatoria de elecciones en Andalucía está al caer, de un día para otro.
(Publicada en ABC Córdoba el 3 de octubre de 2018 en esta dirección)